Como siempre que empieza a dominar en una región del mundo una nueva variante de un virus, hasta que no hay suficientes casos para realizar un estudio exhaustivo, no se pueden extraer conclusiones científicas para poder afirmar si se trata de una variante más infecciosa o más agresiva que las anteriores. Esto es lo que está pasando con la nueva variante XE identificada del SARS-CoV-2, el coronavirus causante de la covid-19. Sin embargo, dado que se trata de una variante recombinante -surgida de dos sublinajes de la variante ómicron, la BA.1 y la BA.2– y que comparte el gen de la espícula-, la comunidad científica considera “bastante previsible” que no suponga un motivo de alarma ni un “giro tremendo” en la dinámica de la pandemia, sino que vamos a asistir al “siguiente capítulo de una larga serie”.
Es decir, estamos ante “una vuelta de tuerca más en la evolución y adaptación del virus al ser humano, que se va a abriendo sus puertas y va variando para poderse seguir transmitiendo”, explica el catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Víctor Jiménez Cid.
La nueva variante XE, de la que el Centro para el Control de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) dirigido por Fernando Simón ya ha identificado ocho muestras secuenciadas, supone menos del 2% del total de las pruebas analizadas. “Niveles muy bajos”, según el último informe de variantes del SARS-CoV-2 circulantes del Ministerio de Sanidad, publicado esta semana, que recoge que el linaje recombinante XE comenzó a detectarse en España en la semana 10 de este año (del 7 al 13 de marzo) y se ha identificado durante las dos semanas posteriores, pero en la última semana analizada, la número 13, que va del 28 de marzo al 3 de abril, no se ha encontrado en ninguna muestra analizada.
La variante dominante en España en estos momentos sigue siendo ómicron, que representa el 99,3% de las muestras secuenciadas aleatoriamente. Entre los distintos linajes de esta variante, BA.2 se sitúa como el más frecuente, seguido de BA.1 y BA.1.1.
Cid, que también es miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Microbiología, explica que esta nueva variante híbrida -que no es la primera que surge del SARS-CoV-2, recordemos ‘deltacron’, que unió un fragmento del genoma de la variante delta y otro del de ómicron- ha surgido después de que “una persona o un animal, no se sabe” se infectara con las dos variantes de ómicron a la vez y, “si estas coinciden en una misma célula del individuo atacado, el genoma de ambos virus se recombina al azar formando un híbrido con parte de uno y parte del otro”.
En este sentido, la actual variante XE, formada por dos sublinajes de ómicron, “es más de lo mismo” y, por tanto, no se esperan un gran salto cuantitativo en la capacidad de transmisión ni en su virulencia. “Al contrario, es un episodio más en la posible adaptación [del virus] al ser humano, e incluso una posible atenuación hacia síndromes menos agresivos pero cada vez más transmisibles“, señala Cid.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) observó por primera vez esta nueva variante XE en el Reino Unido y apunta que parece ser un 10% más transmisible que la subvariante BA.2. “El último informe de la Agencia de Salud Pública de Reino Unido estima que de la tasa de crecimiento para XE es entre un 10-20% mayor que para BA.2, pero actualmente los datos disponibles son muy limitados. Por el momento, Reino Unido es el país donde se han comunicado la mayoría de los casos y estos representan menos del 1% de las muestras secuenciadas”, agrega Sonia Vázquez-Morón, investigadora del Centro Nacional de Microbiología-Instituto de Salud Carlos III, que coincide con Cid al señalar que “la variante ómicron -parental de XE- tiende a causar enfermedad menos grave que variantes anteriores como la delta, aunque sea más infecciosa”.
Entonces, ¿podría esta nueva variante causar el inicio de una séptima oleada de contagios en España? Según Vázquez-Morón, todavía “es difícil sacar conclusiones robustas en cuanto al establecimiento de la circulación de este virus para causar una nueva ola”. Sin embargo, “el problema es que le damos muchas oportunidades al virus para que pueda replicarse y eso favorece que pueda haber un cambio mayor en la genética del virus”, advierte Joan Caylà, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología y presidente de la Fundació UITB (Unitat d’investigació en tuberculosis a Barcelona).
El experto en salud pública recalca que la transmisión está volviendo a subir en España, y se remite a los datos publicados por el Ministerio antes y después de la Semana Santa. Según el informe del pasado 5 de abril, la incidencia acumulada entre la población mayor de 60 años (con la nueva estrategia de vigilancia enfocada en los casos más vulnerables, la llamada ‘gripalización’, solo se mide la incidencia de covid en este grupo de edad), era de 426 casos por cada 100.000 habitantes, este viernes 22 de abril este indicador ha ascendido a los 555 contagios. Los indicadores de gravedad también están aumentando: si el 5 de abril había 4.291 personas ingresadas (3,46% de las camas estaban ocupadas por pacientes covid y en las UCI eran el 4,41%), este viernes se han contabilizado 6.119 personas hospitalizadas (4,94% de ocupación en planta y 3,76% en UCI).
Caylà, que considera que “hay cosas que no se han hecho bien, como el levantamiento de los aislamientos para los casos leves y asintomáticos, y más cuando se trata de variantes muy contagiosas”, considera que “estamos viviendo ya una séptima ola epidémica“. Por ello, pide extremar la vigilancia y secuenciación de las variantes, al tiempo que incide en el mensaje de que el virus sigue entre nosotros.
En este sentido, Asturias advirtió este jueves de que la transmisión en su territorio ha aumentado un 40% en las últimas semanas entre los mayores de 60 años, admitió estar enfrentándose de nuevo a un “problema en la hospitalización convencional” y por ello, adoptó nuevas medidas para fortalecer la detección e instó a la ciudadanía a seguir llevando mascarilla en interiores, justo un día después de que entrara en vigor la normativa estatal que levantaba la obligación de llevarla es espacios cerrados.
También el microbiólogo Víctor Jiménez Cid cree que “estamos en el inicio de una nueva ola ya, pero ya no se quiere saber. Ha llegado un momento en el que la inmunidad poblacional es bastante amplia y el impacto de la circulación del virus en los hospitales es cada vez menor. Nos podemos permitir incidencias bestiales, como hemos visto en las últimas horas, de miles de casos, con una presión hospitalaria ‘tolerable’. Y hemos cerrado los ojos a la circulación del virus”. El catedrático, que se muestra optimista porque “esto es más ómicron”, sí advierte de que “hemos ignorado la posibilidad de un repunte y ahora, con el nuevo sistema de vigilancia, hasta que no empiece a haber presión hospitalaria, no detectaremos una ola“. Un cambio que considera “un error” porque para entonces “ya habrá riesgo de colapso”.
Agrega el especialista que con el fin de los aislamientos para los positivos leves y asintomáticos y el adiós a las mascarillas en interiores (salvo medios de transporte, centros sanitarios y residencias de mayores), “hemos pasado de tener unos pocos negacionistas a tener unos pocos ‘afirmacionistas’ que seguimos diciendo ‘oye, que el virus sigue ahí. Quítate la mascarilla si quieres, pero piensa que puedes ser un eslabón en la cadena de transmisión que puede llegar a una persona vulnerable’”.
Datos de la Complutense
Cid es el coordinador del proyecto de cribado que desarrolla la UCM, llamado ‘COVID LOT‘, en la Facultad de Farmacia. Si bien subraya que estos datos no pueden extrapolarse a la población general, sí menciona que los escrutinios realizados antes y después de Semana Santa muestran un incremento de la transmisión. En dicha facultad, el martes 19 de abril, a la vuelta de las vacaciones, 10 de las 332 personas testadas dieron positivo en ómicron o cualquiera de sus variantes. “Casi tres veces más” que antes de las fiestas. En toda la Complutense pasa lo mismo: entre el 4 y el 17 de abril (dos semanas)se detectaron siete asintomáticos entre 1.257 pruebas, mientras que del 18 al 22 abril (una semana) los positivos han sido 19 de entre 1.232 testados.
Estos datos “no son oficiales, pero sí constatan que el virus sigue circulando y de que ha aumentado muchísimo durante la Semana Santa“. Basándonos en ellos, y teniendo en cuenta que la cohorte es limitada, “en Madrid andaríamos por los 3.000 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días” estima Cid. Los datos actuales de COVID LOT en la Facultad de Farmacia “son similares a los registrados a finales de enero”.
Cid abunda en que “ómicron está repuntando, pero esperemos que sea poca cosa y no tenga incidencia en hospitales”. “Hablar de una séptima ola implicaría que la sociedad aceptara que hay de nuevo una subida en la curva y ahora mismo no se quiere ver. Se vería si apareciera una variante terriblemente preocupante, más virulenta, que aumentara las hospitalizaciones. En eso soy optimista, pues hay un aumento de la incidencia por la BA.2 y con la variante XE puede pasar exactamente lo mismo. Hasta que no haya un aumento de las hospitalizaciones, no se va a hablar de una nueva ola, pero técnicamente, con los parámetros utilizados en olas anteriores [con el sistema de vigilancia previo a la ‘gripalización’] creo que ya podríamos hablar de una nueva ola, al menos en Madrid”.
“Se habla mucho de la presión hospitalaria pero en la sexta ola fue la atención primaria la gran perjudicada”, apunta en este sentido Caylà.
Con todo, Cid concluye que “probablemente están repuntando los casos pero no se espera que estas variantes de ómicron añadan gran preocupación” a la evolución de la pandemia. Lo mismo piensa su colega el microbiólogo de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, Guillermo López Lluch, que señala que la variante XE seguirá causando en la población general (excluyendo a los vulnerables) “catarros o gripes severas, o incluso lo pasarán asintomáticos”, como “los catarros que cogemos todos los años”, pero “no parece que esta variante vaya a causar preocupación especial ni que vaya a causar una ola enorme“.